jueves, 28 de julio de 2016

Por qué me gusta fotografiar arañas

Ayer subí nada menos que cuatro entradas sobre arañas y sé que a algunos les resultará raro, así que hoy me gustaría contaros como empecé a interesarme por observar y fotografiar arañas, y a tenerles cierto respeto. Es una historia que ocurrió hace muchos años, pero me parece interesante contar este tipo de anécdotas en plena naturaleza.



Cuando yo tendría unos dieciséis años o puede que menos, estaba en la casa de campo que teníamos en aquel entonces, y al lado de nuestra casa había un trozo de terreno con un gran pozo para regar los campos de fresa y el resto era todo naturaleza salvaje, básicamente hierbas altísimas y un camino que cruzaba esa pequeña finca.

En foto pierde mucho, os lo aseguro.
Un día, no sé ahora mismo porqué razón, salí de nuestro terreno y entré en ese otro (muy fácil pasando por el arroyo, por debajo de la alambrada) y me metí entre el pasto, casi de un metro, y de pronto encontré algo que jamás en mi vida hubiera imaginado que existiera aquí en España, como les pasará a muchos de los que lean esto, delante mía había una tela de araña enorme, gigante, de unos 40 cm de alta y en el centro había una araña enorme negra con rayas amarillas, ahora sé que se trataba de la araña tigre o araña avispa, pero en aquel momento mi impresión fue grandísima, sentí algo de miedo porque mis pensamientos eran del estilo de "si esto te pica te hace mucho daño" (ahora sé que las arañas no pican, muerden), pero al mismo tiempo sentí una gran admiración, era preciosa, y esos colores, ese tamaño, así que pensé "si me acerco con cuidado y miro no me hará nada" y así fue. 

En aquel entonces no teníamos cámaras digitales, porque sino ya tendrías mil fotos aquí, y quizás nunca jamás veré otra vez una araña tigre.

Pero la historia no acaba aquí, porque mi suerte fue gigantesca. Resulta que fui a dar un paso atrás y di un paso en falso, bueno pisé mal y casi me caigo encima de otra telaraña bastante grande que había casi detrás mía, con otra araña rarísima y también grande aunque no tanto, era negra con manchas rojas, de nuevo ¡expectación!, no sabía que estaba pasando, sentí algo de miedo, jamás había visto esas arañas, y al ver dos tan raras y tan grandes me sentí rara, pero no podía dejar de mirarlas, eran realmente preciosas. Por lo que recuerdo, creo que esta segunda era una viuda negra, es la que más de parece, sí señores, en Europa tenemos viudas negras, aunque no tan grandes ni venenosas como las famosas viudas negras americanas. Pero aun así la viuda negra europea es venenosa e incluso se dice que puede matar.

Hace años que ya no tenemos ese campo, y por allí las cosas han cambiado mucho porque hay cultivos y cabañas de trabajadores africanos por todas partes, pero sino ya hubiera estado yo por ahí todo el día con la cámara.

Y así fue, sentí mucho respeto, pero también me di cuenta de que tenemos arácnidos fascinantes en la península ibérica. Es posible que nunca vuelva a ver a estas arañas, y aunque os parezca raro, es algo que me reconcome, porque quiero hacerles fotos, pero bueno, tuve  el honor de poder observarlas una vez en la vida. Y así fue como todo comenzó.

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